lunes, julio 07, 2008

Life goes on

Como me pediste que no te llamara, ni mandara mensajes, ni correos ni nada.
Como lo pediste, lo he cumplido aunque muero de ganas de llamarte, escribirte,
escucharte. Hoy sólo pienso que quizá me gustaría otra vida, ya no sé si con o sin
mariposas; contigo o sin ti; con cerebro o sin corazón...
Pero siempre, a pesar de todo, incluso de la vida misma (o muerte) "la función debe
continuar" y lo tuyo es el teatro. ¿Qué el teatro no es dolor para un actor? Hablo de
todo lo que no es el momento del escenario, sino todo lo que está antes de eso y
después del mutis final. Larga distancia dolorosa, pero lo que vale cuesta y lo que
cuesta duele, duele de desvelos, viajes, privaciones, lejanías.
De lo mucho que te aprendí (ojalá aprehendí, como no pude contigo) fue que life goes on.
Y siempre es así, sempiternamente. Inexorablemente.
Sólo me queda un ojalá que no se quedó en mis labios por fortuna, sino en tus oídos.
Allí estaré yo, cruzando el Golfo de México una vez al mes para pensar en ti, para extrañarte y
decirte que te querré mucho aunque suene a letanías; y tú siempre te irás, como te dije que te
dije antes de conocerte en otro poema que no inspiraste y no por eso deja de ser para ti, como los muchos otros que salieron de mi pluma por tu influjo, ese otro poema que profetiza mi vida...
Pensando optimista, si acaso ahora ese adjetivo tuviera una semiótica distinta al vacío, quizá no me duelas tú, sino mi vida...
Pero qué carajos eras tú si no mi vida.
Sólo diré que fumo de nuevo y espero que eso no sea razón para que tú lo hagas.
Te quiero decir todo y no llego a nada, será porque soy el adjetivo ese que te dije que era en la puerta de tu edificio. No lo niego.
Estarás siempre en un nicho (o mejor un picacho) de honor en mi mente. No dogo corazón porque ya no hay (al menos no ahora)

Siempre te vas tú y me quedo yo.
Cierras la puerta.
Yo siempre me quedo.
Te vas tú.
Ya te fuiste, a otros mares,
otros cielos.
Te llevaste la vida del puerto
a otro puerto,
tu azul incandescente,
mi mirada de lascivia,
y el amor —nuestro amor. Y mi vida*.



*Fragmento de Señorita del puerto de mi autoría.